miércoles, 12 de junio de 2013

La Pócima Mágica

¡Qué dura es la vida de una niña!  Sobre todo cuando, por culpa de un viaje, se perdió el día del reparto de la pócima mágica que hace que los niños y niñas de su clase lean mucho mejor que ella...

Me imagino que, al leer esto, estaréis  poniendo la misma cara de alucine que se me quedó a mí cuando mi hija se puso a llorar hace un par de días porque no podía leer al mismo ritmo que el resto de la clase.
¡ Ups !  Os cuento:

Mi hija está en P5 y este curso han comenzado a leer y escribir tanto en mayúsculas como minúsculas. Obviamente, no todos los niños van al mismo ritmo y, mientras que en la clase hay algunos que leen como el rayo, otros ( incluida ella), son lentos-lentísimos.
Pues bien, hay una razón para que ella lea así.

En el mes de abril, faltó unos días al colegio porque nos fuimos de viaje. Fatales fechas al parecer porque uno de esos días, un hada fue a la escuela y repartió entre los alumnos de P5 una fórmula mágica que les ayudaría a leer y escribir mucho más rápido y mejor. María se lo perdió. Y es un drama porque ese estupendo viaje es ahora un hecho del que no se quiere acordar ni por asomo. Ese viaje es el culpable de su lentitud. Es el culpable de que las letras de los libros se muevan solas y sea incapaz de concentrarse más de un minuto en la lectura. Vaya por Dios.

Pues aquí la madre, con un cargo de conciencia que no veas y pensando cómo sería aquella hada, comenzó a maquinar una manera de solucionar tan delicado tema. Lo primero era saber cómo era esa pócima y eso lo solucioné cuando llamamos a un compañero de clase y, corroborando la versión de María, aseguró que la Pócima la había traido una bruja ( los niños son menos cursis) y que sabía a naranja. Bien por Adriá. Pista fundamental. El sabor.
Dicho esto, me convertí en bruja por una noche y con un poco de zumo de naranja, canela y azúcar, monté una fórmula digna de foto. Con un frasco reciclado y una etiqueta hecha con "lletra lligada" fabricada por una compañera de trabajo, la Pócima estaba lista para la ingesta.

Esa tarde fui como habitual a recoger a María al cole y, sin que ningún compañero lo viera y en el secreto más absoluto, le enseñé la Pócima que la directora de la escuela me había dado después de prometerle mil veces que no se lo diríamos a nadie. ( No fuera a ser que todos los niños quisieran más...).
Tendríais que haber visto su cara. Qué gozada ser tan inocente. Le faltó tiempo para llegar a casa y pegar el trago ( le dije que tenía que beber poco porque me dio miedo que se hubiera estropeado con el calor). A los 5 minutos de tomarla leía que se las pelaba, mayúsculas eso sí, porque las minúsculas no mejoran hasta pasada una semana ;)

En fin, pues eso. ¡ Qué fácil es hacer feliz a un niño! .

(Igual podría fabricar una para cambiar la mente de varios que conozco...)



4 comentarios:

  1. Todavía no se si me río más con la poción mágica o con la llamada del comodín, jajaja.

    Besos.

    I.

    ResponderEliminar
  2. Son la bomba...qué habría hecho yo sin el comodín jajaja

    ResponderEliminar
  3. Qué bonitoooo!!!!! Ojalá existiera una pócima mágica para no hacer trastadas y para que comieran más.

    ResponderEliminar
  4. Si me salen las patento y te mando una muestra!

    ResponderEliminar